Renán y Carlos nunca se imaginaron que sus pulmones estaban comprometidos. Cuando las enfermeras les pidieron una prueba de esputo, una mucosidad de lo más profundo de la garganta, se las dieron muy obedientes.
¡Tienes tuberculosis! avisaron los resultados de sus pruebas. Fue un baldazo de agua fría en la cárcel de los olvidados.
Dormir de sentadito junto a más de 270 reos en celdas hechas para un máximo de 87 reos; mendigar la lluvia o los regalos líquidos de familiares y de algunas autoridades en un lugar donde no hay distribución de agua por cañería; utilizar el pozo ciego, el único baño higiénico de la cárcel donde la mierda de todos los días termina en un pozo hecho en un rincón del centro penitenciario.
La falta de limpieza por carencia del agua, las condiciones de hacinamiento o sobrepoblación y el hambre dieron sus frutos: la tuberculosis tenía las mejores condiciones posibles para brotar y desarrollarse en la cárcel San Miguel de Uncía, en el norte de Potosí.
Hace año dos años los internos de esta cárcel pidieron un nuevo pabellón para aliviar la sobrepoblación. Rogaron por alcantarillado y agua, pero sus pedidos se perdieron entre la multiplicación de necesidades de todas las cárceles de país. Sólo la escuela alternativa o el Centro de Educación de Adultos tienen pisada al lugar como una tabla de salvación ante lo salvaje del olvido y la desesperanza.
El año pasado estalló una denuncia que implicaba a policías guardianes en una investigación sobre el embarazo de una reclusa y la violencia sexual contra otra de ellas. “Estamos investigando dijo la jefa de los fiscales potosinos”.
Hace unas 10 semanas, 17 reos escaparon de este laberinto, muchos de ellos con investigación y otros con sentencia en delitos de violencia y violación sexual. Una mitad fueron recapturados, los otros siguen prófugos.
El equipo de salud que visita la cárcel tomó pruebas a otro grupo de reclusos que tenían contacto directo con los enfermos para conocer si fueron contagiados con la tuberculosis.
Los enfermos no pueden ser aislados porque la cárcel está sobrepoblada, están en tratamiento, utilizan barbijo y algunas otras medidas para evitar la propagación de la tuberculosis.