En este segundo domingo de Cuaresma, el Papa nos invita a entrar en la escuela de Jesús para encontrar la belleza de Dios en la vida de los demás.
Para el Santo Padre, “este Evangelio nos traza un camino. nos enseña lo importante que es estar con Jesús, incluso cuando no es fácil comprender todo lo que dice y hace por nosotros”.
Estando con Él, aprendemos a reconocer, en su rostro, la belleza luminosa del amor que se entrega, incluso cuando lleva las marcas de la cruz.
“Y es en su escuela donde aprendemos a captar la misma belleza en los rostros de las personas que caminan a nuestro lado cada día: familiares, amigos, compañeros, aquellos que de las formas más diversas nos cuidan”.
“¡Cuántos rostros luminosos, cuántas sonrisas, cuántas arrugas, cuántas lágrimas y cicatrices hablan de amor a nuestro alrededor!”.
El Papa, invita a aprender a reconocerlos y llenarnos nuestro corazón de ellos.
También nos anima a ponernos en camino para llevar a los demás la luz que hemos recibido, con las obras concretas del amor (cf. 1 Jn 3, 18), sumergiéndonos más generosamente en nuestras ocupaciones cotidianas, amando, sirviendo y perdonando con más entusiasmo y disponibilidad.
El pastor de la Iglesia católica nos hizo cuatro preguntas para guiar nuestra vida diaria:
1.- “¿Reconocemos la luz del amor de Dios en nuestra vida?
2.- ¿Lo reconocemos con alegría y gratitud en los rostros de las personas que nos aman?
3.- ¿Buscamos a nuestro alrededor signos de esta luz, que llena nuestros corazones y los abre al amor y al servicio?
4.- ¿O preferimos los fuegos de paja de los ídolos, que nos alejan y nos encierran en nosotros mismos?”.